El otro día, mientras dábamos un paseo por el bosque mi señor esposo y yo, conversamos sobre las cosas materiales y el lugar que ocupan en el mundo.
Sabemos lo que es un bosque porque al verlo coincide con una serie de descripciones, palabras y significados que están almacenados en nuestro cerebro y en el de la mayoría de los seres humanos. Incluso un ciego de nacimiento podría reconocer que está paseando por un bosque acariciando un helecho, respirando el aroma de humus, escuchando el rumor del agua del arroyo y percibiendo la humedad del ambiente. Toda esa información nos describe que “eso” es un bosque.
¿Y qué ocurre con las cosas “nuevas”?
Primero, intentaremos comparar esa cosa con otras cosas que ya conocemos; nuestro cerebro buscará una descripción para ese nuevo objeto, situación o lugar. Pero…ojo: Según nuestra experiencia de vida su significado puede variar, incluso pueden verse involucradas nuestras emociones, dándole a ese objeto un envoltorio hecho de una parte de nosotros mismos.
Y ya no quiero hablaros de lo que ocurre cuando materializamos nuestras propias ideas…
“Esto” que ahora tengo en mi mesa hace un momento sólo era una idea y ahora es algo totalmente tangible, pero…
¿Qué son las cosas sino un puñado de átomos rebotando como locos en el éter?
¿Y por qué se ha convertido en un muñeco de fieltro y no en un tenedor?
La clave creo que está en el SIGNIFICADO que yo le he dado. Porque las cosas son ideas que fueron un poquito más allá; las hemos cazado al vuelo, escogiendo sólo los pensamientos que nos servían y desechando el resto, y les hemos impregnado nuestra propia personalidad uniéndolos a nosotros para siempre.
En este punto, decidimos zanjar el debate porque se nos estaba yendo de las manos (o mejor dicho, del cerebro) y preferimos disfrutar del paseo por eso que conocemos como “bosque”.
Luego, ya por la tarde, entró mi hija Amelia a mi taller, se acercó a mi mesa y vio este “bichoplanta” de fieltro.
-¡Qué bonito! -Dijo- ¿Cómo se llama?
- Pues… aún no lo se – Le dije.
A lo que ella, con total convicción respondió:
Las cosas que no tienen nombre no son NADA.
Escribir comentario